Los triglicéridos los produce el cuerpo y también se incorporan al organismo con los alimentos que consumes. Por eso es importante tanto la dieta que realizas (entendiendo a ésta como una alimentación ordenada y suficiente) como la cantidad de actividad física que practiques.
Cuando comes, el cuerpo usa las calorías para obtener energía en forma inmediata. Las calorías que sobran se convierten en triglicéridos y se irán a depositar a las células grasas llamadas adipocitos para un uso posterior en caso de ser requerido.
Si el consumo de calorías es mayor al que necesitas o lo que gastas a lo largo del día, el resultado es un nivel elevado de triglicéridos en sangre. El valor normal es menos de 150 mg/dl, por encima de esa cifra hay que empezar a estar atento.
El ejercicio físico, cualquiera sea su tipo, disminuye el nivel de triglicéridos en sangre. Esto se realiza a través de la modificación del metabolismo enzimático como respuesta adaptativa al ejercicio. El músculo entrenado es capaz de transportar y eliminar más eficazmente el exceso de triglicéridos en sangre. Este mecanismo se ve potenciado por la práctica continua y sistemática de ejercicios aeróbicos.
Para que puedas lograr que este mecanismo natural se utilice en forma permanente, debes entrenar sin interrupciones por lo menos tres semanas. A partir de la cuarta semana el organismo responde positivamente para lograr la homeostasis o equilibrio interno. Debes saber que la interrupción del ejercicio, especialmente el aeróbico, provoca la disminución y desaparición de todos los efectos positivos logrados.